lunes, 17 de diciembre de 2007

La soledad, plaga del siglo XXI

Vicente Verdú escribía el domingo en EPS un artículo sobre la soledad, entendida como plaga del siglo XXI. A veces tengo la sensación de que la soledad es eso que te encuentras cuando te haces viejo. Pasas de ser un independiente (un ser hecho a si mismo al que no le gustan las ataduras) a un solitario y sin transición aparente. Pero la hay; es esa que eludes y no te atreves a mirar de frente.
El single está de moda por la vía de los hechos consumados. Y aquí están las nuevas tecnologías para regalarnos la ficción de seguir vinculados a alguien, desconocido, vale, con más capacidad para la mentira y la máscara, pero persona al fin y al cabo. Ya dejó constancia Pedro Salinas de lo importante que era para él que le quisieran "por detrás de la risa". Es que no hay color. Sin embargo, Verdú advierte que en la sociedad del siglo XXI "mientras la relación en el cuerpo a cuerpo sigue debilitándose, la relación a distancia, máscara a máscara, aumenta y prolifera"... ¿Y si al final terminamos siendo solo eso, avatares? Más que nunca, la vida es sueño...

Pues eso, que perdí mi agenda y tus fotos

Ayer decían en El País que hemos llegado a un punto en que perder un móvil o una agenda nos desestabiliza (más concretamente, decía, nos hace sentir un poco huérfanos). Y, me pregunté, ¿cuándo ya estás desestabilizao? ¿Qué ocurre entonces?
El jueves me robaron el móvil en el gimnasio. Hace dos semanas perdí mi agenda y en medio de la ilusión por la compra de mi nuevo portátil, al traspasar los datos del viejo al nuevo, perdí las fotos del single-trip a Dublin de este verano.
El móvil tenía recuerdos íntimos y contactos del pasado; las fotos eran el testimonio de mi pretendido intento de ruptura con todo y la agenda me decía qué tenía que tener hecho a estas alturas de año y cuáles eran mis contraseñas de acceso a las ciber-delegaciones de mi mundo; también daban cuenta de un 2007 lleno de cosas que he olvidado y que solo recordaba esa agenda engordada de frases, papeles, debes y post-it.
2007 ha sido un año lleno de retos y éxitos profesionales, de reconocimiento, pero no consigo librarme de la sensación de que mi vida la estoy viendo desde fuera, como un gran hermano abierto 24 horas pero del que solo puedo ser testigo.
Es de esos días en que no se qué carajo pinto en mi vida. Y no porque haya perdido unas fotos, no.
Soy sobre todo audiencia y estoy acostumbrada a enviar un sms cuando algo no me gusta (para que salga de la casa, por ejemplo) o cuando algo me gusta (para alentarlo a continuar). Es la dictadura del audímetro y se convierte en costumbre. Por eso, si al menos pudiera enviarme un sms de esos que interrumpen de continuo el flujo de los programas... ¿Qué me diría hoy? Fuera lo que fuera tendría que terminar con un "tq algo". Esos sms siempre terminan así. Todos quieren. En eso justifican su crítica. Esa es su legitimidad para su insulto "kruel y hinjusto", que quieren y que se les supone queridos. Quizá.